Las pequeñas y medianas empresas que nos dedicamos a esto del vidrio no entendemos de macroeconomía y, aunque un poco más tarde que a otros sectores, el azote de la crisis se ha dejado sentir con gran contundencia en nuestro sector. Con la supervivencia como único objetivo afrontamos este recién inaugurado 2009 recogiendo velas y soltado lastre, eliminando cualquier gasto superfluo que pueda significar una carga. Como hemos oído estos días en el 200 aniversario del nacimiento del naturalista inglés Charles Darwin, la selección natural es la que consigue que la especie se haga más fuerte y como en nuestra selva diaria, habrá que aprender a sobrevivir para hacernos más fuertes en un marco totalmente diferente al que habíamos conocido hasta ahora.
Daros algunas claves o manual de supervivencia se me hace extremadamente difícil, ya que cada uno debería escribir dos columnas; una con sus puntos fuertes y otra con sus defectos (análisis DAFO) y repasarlo todos los meses para potenciar sus ventajas y minimizar sus defectos, os animo a que perdáis 20 minutos en esta tarea y comprenderéis su utilidad.
El denominador común de esta crisis, que afecta a todos los sectores, es la volatilidad y la desconfianza. El aumento descomunal de la morosidad junto con la gestión tan estéril de las compañías aseguradores de riesgos y la impunidad con la que cuentan los morosos en nuestro país va a crear tal desconfianza que va a cambiar por completo la manera de relacionarnos con nuestros bancos, proveedores y clientes en los años futuros. La creencia de que el proveedor tiene que financiar las obras, proyectos o a las grandes superficies va a pasar a la historia ya que para ese menester están los bancos. Por lo cual, para sobrevivir ante este panorama y creo que los años futuros, es presentar nuestras cuentas lo más transparentes posible para mejorar los balances de situación en la medida de lo posible y por supuesto aprovisionarnos de la mayor cantidad de circulante que tengamos a nuestra disposición y sobre todo reduciendo nuestros plazos de cobro, ya que sin esta última medida ninguna de las anteriores va a tener ningún efecto.